El montón de ruido que entra
Por las orejas atraviesa
Mi cabeza, y agita, penetra
Hasta el fondo del calor, mi frente de piedra
Roja se torna.
Arden los ojos, la luz quema,
No respiro y sabe a sangre
La boca.
Abotargados palmeo
Torpes los dedos en el suelo en busca
De pronto sangre de otro
Creciente en medio me interrumpe,
Doliendo mi pie tuerce y convulsa
Y ahogado cae el intento de levantarme.
Gimo, mal sentado al frente
Pared gris sobre luz cegadora,
¿Y a qué esperan?
No me queda nada, así que fumo
Y cuento las horas
Se diluye el cuerpo, la colilla quema
Me deshago yo, sangre como ácido
De pensar que ese pobre desdichado soy yo…
domingo, 17 de enero de 2010
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPoesia nueva, vida nueva
ResponderEliminarHola Javi.
ResponderEliminarImpresionante.....
Sin palabras, ¿ Por qué sera....
Besos
interesante estructura musical.
ResponderEliminara b c
b c a
c b a
Dos de tres mujeres que te han leído te entienden. Dicen que no saben el objeto de su desesperación, pero entienden el poema y les ha gustado.
ResponderEliminarGracias a todos por las buenas críticas, en especial a Santiago, por desvelar detalles insólitos que ni siquiera yo había apreciado xD
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